Sándor Stefano nació en Szolnok, Hungría, el 26 de octubre de 1914, de Stefano y Maria Fekete, el primero de tres hermanos. El padre era empleado en los Ferrocarriles del Estado, la madre, en cambio, era ama de casa. Ambos transmitieron a sus hijos una profunda religiosidad. Stefano estudió en su ciudad y obtuvo el diploma de técnico metalúrgico. Desde pequeño era muy apreciado por sus compañeros, alegre, serio y simpático. Ayudaba a sus hermanitos a estudiar y a rezar, siendo él el primero en dar ejemplo. Recibió con fervor la Confirmación, comprometiéndose a imitar a su santo protector y a San Pedro. Ayudaba cada día la santa Misa en los Padres franciscanos y recibía la Eucaristía.
Leyendo el Boletín Salesiano conoció a Don Bosco. Muy pronto se sintió atraído por el carisma salesiano. Se aconsejó con su director espiritual, expresándole el deseo de entrar en la Congregación salesiana. Habló también con sus padres. Estos le negaron el consentimiento y buscaron la manera de disuadirlo. Pero Stefano llegó a convencerlos, y en 1936 fue aceptado en el Clarisseum, donde en dos años hizo el aspirantado. En la tipografía “Don Bosco” realizó los estudios de técnico-impresor. Comenzó el noviciado, pero tuvo que interrumpirlo al ser llamado a filas.
En 1939 obtuvo la licencia definitiva y, después del año de noviciado, hizo su primera profesión como salesiano coadjutor, el 8 de septiembre de 1940. Destinado al Clarisseum, se comprometió activamente en la enseñanza de cursos profesionales. Se le confió también la asistencia en el oratorio, que condujo con entusiasmo y competencia. Fue el promotor de la Juventud Obrera Católica. Su grupo fue reconocido como el mejor del Movimiento. A ejemplo de Don Bosco, fue siempre un educador modelo. En 1942 le volvieron a llamar al frente, y fue recompensado con una medalla de plata al valor militar. La trinchera era para él un oratorio festivo, que animava al estilo salesiano, estimulando a sus compañeros de quinta. Terminada la Segunda Guerra mundial se comprometió en la reconstrucción material y moral de la sociedad, dedicándose particularmente a los jóvenes más pobres a los que reunía para enseñarles un oficio. El 24 de julio de 1946 emitió los votos perpetuos como coadjutor salesiano. En 1948 consiguió el título de maestro impresor. Terminados sus estudios, los alumnos de Stefano fueron empleados en las mejores imprentas de la capital y del Estado.
Cuando en 1949 el Estado, bajo Mátyás Rákosi, confiscó los bienes eclesiásticos y comenzaron las persecuciones en los enfrentamientos con las escuelas católicas, obligadas a cerrar las puertas, Sándor buscó la manera de salvar lo salvable, al menos alguna máquina de imprenta y alguna otra cosa del mobiliario, que tantos sacrificios les habían costado. De golpe, los religiosos se encontraron sin nada en absoluto, todo había pasado al Estado. El estalinismo de Rákosi siguió con su ensañamiento: los religiosos fueron dispersados. Sin casa alguna, ni trabajo, ni comunidad, muchos se redujeron al estado de clandestinos. Cambiaron su vestimenta y, transformados, se adaptaron a hacer de todo: barrenderos, labradores, peones, mozos de cuerda, sirvientes… También Stefano se vio obligado a “desaparecer”, dejando atrás su imprenta, que se había hecho famosa. En lugar de buscar refugio en el extranjero, se quedó en la patria para salvar a la juventud húngara. Sorprendido en plena tarea (cuando intentaba salvar algunas máquinas de imprenta), tuvo que huir de prisa y permanecer oculto durante algunos meses; después, y bajo otro nombre, logró que le emplearan en una fábrica de detergentes de la capital, aun sabiendo que era una actividad rigurosamente prohibida. En julio de 1952 fue capturado en su puesto de trabajo, y nunca más le volvieron a ver sus hermanos. Un documento oficial certifica el proceso y su condena a muerte, ejecutada por ahorcamiento, el 8 de junio de 1953.
La fase diocesana de la causa de martirio se inició en Budapest el 24 de mayo de 2006 y se concluyó el 8 de diciembre de 2007. El 27 de marzo de 2013, el Papa Francesco ha autorizado a la Congregación para las causas de los Santos la promulgación del Decreto de martirio.